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INFLUENCIA DEL MEDIO AMBIENTE EN EL DESEMPEÑO DE AVES COMERCIALES: TEMPERATURA Y CALIDAD DEL AIRE

Actualmente y con los nuevos avances en genética y nutrición aplicada a la producción de aves comerciales se hace imprescindible trabajar sobre variables que pueden modificar el desempeño productivo de los animales, siendo el medioambiente un factor fundamental.

Se define al medio ambiente como el conjunto de componentes químicos, físicos y biológicos externos con el que deben interactuar los seres vivos.

En avicultura está dado principalmente por las características del entorno, diferentes opciones de instalaciones (galpones convencionales vs ambiente controlado) y el grado de convivencia de los individuos dentro de una población (bienestar animal).

De esta manera y dentro de la definición de medio ambiente, se pueden mencionar factores relacionados a la calidad del aire en el interior del galpón (temperatura, humedad relativa, concentración de gases), calidad de agua de bebida, calidad nutricional del alimento y densidad animal. Todos ellos se encuentran claramente interrelacionados estableciéndose distintos resultados productivos dada la infinidad de combinaciones de dichas variables.

La capacidad de termorregulación del ave varía en función de su edad, donde animales jóvenes (pollas y pollitos bbs) no tienen capacidad de regular su temperatura corporal y en consecuencia se debe suministrar este requerimiento a través de fuentes artificiales de calor para que luego del nacimiento y la llegada al galpón el consumo de agua y alimento sea lo más rápido posible para lograr una pronta absorción del saco vitelino.

La zona de confort térmico del ave es aquella donde el ave no pone en marcha ningún mecanismo para regular su temperatura corporal. Cuando la temperatura ambiente cae debajo de la temperatura crítica inferior (TCI) o supera la temperatura crítica superior (TCS) hay una pérdida de energía por la activación de dichos mecanismos lo que resultará en menores tasas de crecimiento y eficiencia en la conversión alimenticia.

Como regla práctica se establece que se debe suministrar a un pollito bb 32°C de temperatura ambiente al momento del ingreso a los galpones de producción, sin embargo, el requerimiento del animal a esa edad está relacionado al calor que percibe a través de receptores de los miembros posteriores. Se estima que la temperatura de la cama para un pollo bb debe estar entre los 39 y 40°C, semejante a su temperatura corporal.

Tabla N°1: efectos de la temperatura al ingreso en los resultados finales a faena (42 días)

A medida que el ave aumenta de edad y tamaño, las necesidades de temperatura van disminuyendo a razón de 2-3°C/semana.

Un ave ya emplumada expuesta a temperaturas ambientales del galpón superiores a 27°C empezará a jadear, produciendo evaporación de agua del aire y de los pulmones. A temperaturas de más de 32° C, las aves reducirán el consumo de alimento y comenzarán a reposar en el piso en busca de aire fresco y en estos casos se puede esperar una mortalidad de las aves más pesadas (Pedersen, 2000).

A su vez, la humedad relativa del aire tiene una clara influencia en la performance de las aves ya que alta humedad relativa predispone a mayor prevalencia de enfermedades, altos niveles de amonio en el ambiente, camas húmedas. Por lo contrario, baja humedad relativa (inferior al 30%) causan una mayor cantidad de polvillo en el ambiente con consecuencias a nivel respiratorio de las aves (úlceras, irritaciones).

Más allá de esto, la humedad relativa ejerce una influencia en la temperatura que realmente sienten las aves, concepto conocido como “sensación térmica”. Como puede observarse en la tabla N° 2, alta humedad relativa favorece el aumento de la sensación térmica perjudicando de esta manera el grado de bienestar del ave. Otro factor que afecta a la “sensación térmica” del ave, es la velocidad del aire en el interior del galpón, ya sea producida naturalmente o mediante sistemas de ventilación de presión positiva o negativa. Si bien existen distintas tecnologías de medición de estas variables, siempre será el animal el mejor sensor de cómo funciona el ambiente donde se encuentran los animales.


Tabla N°2: sensación térmica de un ave adulta según temperatura, humedad y velocidad del aire. 

Fuente: Cobb (2010)

Las distintas velocidades del aire en el interior del galpón disminuyen la “sensación térmica” del ave, motivo por el cual debe ser de sumo cuidado su implementación en aves jóvenes donde su sistema de termorregulación no está desarrollado. En esta etapa de la crianza, el objetivo primordial es la conservación de la temperatura dentro del galpón y erradicar los gases nocivos (CO2, CO, NH3, polvillo) para la salud y bienestar de las aves (Tabla N°3).

Altos niveles de amoniaco pueden producir quemaduras en la piel, lesiones en los ojos e irritaciones en el tracto respiratorio. Los gases provenientes de la combustión disminuyen el nivel de oxigeno de los animales, dificultando la respiración y en casos extremos pueden conducir a la muerte.

Tabla N°3: Parámetros de calidad de aire en el interior de un galpón de aves.

Fuente: Cobb (2010)

Otro de los factores que no se debe descuidar es la capacidad de asilamiento del galpón para evitar pérdidas de temperatura y aumentos en el costo de calefacción, aunque muchas veces termina siendo contraproducente especialmente en los galpones convencionales ya que su mal uso está relacionado inversamente con la calidad del aire (Osorio, 2016).

Para lograr este objetivo, existen los sistemas de ventilación mínima en el caso de galpones de ambiente controlado. La funcionalidad de este tipo de ventilación es suministrar una mínima cantidad de aire limpio y fresco proveniente del exterior para eliminar (vía extractores) el aire contaminado por humedad y gases producidos por la respiración y los desechos de las aves, así como por los sistemas de calefacción.

Resulta fundamental para esta etapa que la calidad del aire sea óptima sin perder temperatura en el interior del galpón para que el pollo bb sea capaz de cuadriplicar en una semana el peso al ingreso del lote, mediante el correcto suministro de un alimento que cumpla con los altos requerimientos nutricionales de esta etapa.

A medida que el ave crece, los objetivos de temperatura son menores dado que el ave comienza a regular su temperatura debido a cambios fisiológicos y al proceso de emplume. Sin embargo, es en estas etapas donde las altas temperaturas comienzan a ser un problema dada la escasa capacidad que tiene el ave para eliminar calor.

Investigaciones concluyen que en gallinas ponedoras se restringe entre el 1-1,5% del consumo de alimento por cada 1°C de aumento de temperatura. Por lo tanto, cuando la ingesta voluntaria de alimento disminuye, el animal llega a cumplir los requerimientos de aminoácidos, energía y de minerales necesarios para la producción, siendo afectada en primera instancia la tasa de postura, peso del huevo y calidad de la cáscara (Corona Kisboa, 2013).

El calor producido por las aves dependerá de varios factores:

  • Tipo de ave: los pollos parrilleros dada su alta tasa de crecimiento producirán más calor que gallinas de postura.
  • Tasa de metabolismo basal: aumenta en función del peso vivo del animal y es proporcional a la producción de calor.
  • Consumo de alimento: los procesos digestivos producen calor, por eso, el ave disminuye su consumo por altas temperaturas ambientales. Existe una correlación entre el nivel proteico de la dieta y la producción de calor, por lo que disminuir el porcentaje de proteína en las dietas sería una correcta estrategia de manejo ante el estrés por calor (Musharaf, 1999).
  • Procesos fisiológicos: el aumento del ritmo cardiaco y respiratorio, actividad física generan calor.
  • Temperatura y humedad ambiente: altas temperaturas disminuyen la eficiencia del uso de la energía del alimento dado que se restringe el consumo y el animal debe usar parte de esa energía para procesos de termorregulación. En el caso de temperaturas bajas, los animales se agrupan para generar calor y aumentan el consumo, pero disminuye la eficiencia en conversión y ganancias de peso. Todo esto se ve agravado por un aumento de la humedad relativa del galpón.

A diferencia de otros animales domésticos las aves no poseen glándulas sudoríparas para regular la temperatura corporal, de tal manera que la eliminación o transferencia de calor para llevar a cabo la termorregulación es por radiación, conducción, convección y evaporación de agua del tracto respiratorio (jadeo), siendo este último el de mayor eficiencia (Pedersen, 2000).

La eliminación del calor mediante el jadeo puede inducir a una alcalosis respiratoria ya que el ave pierde en exceso dióxido de carbono (CO2). Como resultado, los fluidos corporales se vuelven alcalinos, causando que los riñones excreten grandes cantidades de electrolitos. Por lo cual resulta fundamental el agregado de minerales orgánicos en la ración ya sea para la producción de carne o huevos (Quiles, 2003).

Más allá de las estrategias nutricionales que se pueden emplear como concentrar energéticamente las raciones, disminuir los aportes proteicos y utilizar minerales orgánicos, resulta fundamental trabajar en el manejo del medio ambiente del galpón priorizando la calidad del aire en animales jóvenes sin resentir el confort térmico y en la capacidad de refrigeración en animales de edad más avanzada, lográndolo mediante el uso de nebulizadores, paneles evaporativos, ventiladores o extractores en las distintas variantes para evitar la utilización de la energía del alimento destinada a la producción (menores tasas de crecimiento y postura, altos índices de conversión, mortandad) en que el ave pueda regular su temperatura.